Te comparto tres aprendizajes después de una semana poco slow pero llena de encuentros y momentos especiales. O también una revisión de algunas ideas sobre cómo el entorno puede influir en tu intención de llevar una vida social más lenta y presente.
Hacía mucho tiempo que no tenía la agenda tan apretada, me esforcé mucho año a año para ir haciéndola cada vez más minimalista y amable conmigo. ¿Pero por qué ahora otra vez la agenda llena? Por decisión, sí. Se que puede sonar contradictorio pero la realidad es que vivimos en un mundo que funciona de una manera y a veces, si queremos seguir siendo parte de él, en algunos momentos hay que buscar un balance, aprender a “negociar”.
¿Pero qué implica negociar? ¿Cómo hago ese balance sin tirar por la borda todo mi esfuerzo por una vida más lenta, minimalista y presente? En este viaje en particular confluyeron varios eventos a los que había sido invitada y que no dependía de mí organizarlos, pero quería participar. Suelo viajar a Buenos Aires seguido, pero la agenda en el 95% de las veces depende de mí, esta vez no fue el caso, así que esos eventos funcionaron como ejes de todo lo que organicé alrededor: otras visitas, reuniones y encuentros con amistades y familia. Sin embargo tampoco fueron el eje principal esos eventos, lo fue mi salud y mi descanso.
Tuve en cuenta en cada día tener espacios para mí, para comer bien, para descansar y para despejarme mentalmente. Supe, incluso antes de viajar, que no podría estar presente de principio a fin en cada evento, a menos que resignara ese descanso o tiempo también con mis seres queridos que es muy importante para mí. Teniendo eso en claro, encarar el viaje fue desafiante pero fácil. Dormí menos que de costumbre, comí alimentos que no suelen ser parte de mi alimentación habitual pero sin extremos. No toqué fondo nunca, y esto que parece simple y casi obvio, es lo más difícil de lograr cuando tenemos viajes así.
De todos modos, por más previsoras que seamos antes de un viaje con características así, siempre hay situaciones imprevistas y que escapan a nuestro control. Aunque parezca una mala noticia, con el tiempo entendí que ahí radica la magia de todo. Porque siempre somos en relación con el mundo. No existimos en soledad. Es maravilloso aprovechar esas oportunidades como un ensayo para ver cómo nos va con prácticas nuevas que fuimos incorporando, para ver qué nuevos aprendizajes también nos dejan esos momentos.
Acá te comparto por lo menos tres que para mí fueron muy interesantes en este viaje:
- Recordatorio 1: hay personas con las que las pilas sociales se recargan y otras con las que se agotan. ¿Las reconocen en sus círculos? No tiene que ver con que sean personas que queramos más o menos. Se trata de frecuencias vibratorias, con algunas nos potenciamos, con otras, nos sentimos agotadas luego de encontrarnos. Es interesante registrar esto, porque como te dije más arriba, somos en interacción con el mundo. No es “el otro” que nos drena o nos energiza, es en el encuentro mutuo que eso ocurre.
- Recordatorio 2: hay espacios que pueden ser inspiradores o agotadores dependiendo de cómo nos presentemos ante él. ¿Les ha pasado? Acá de nuevo, los entornos, los espacios, las ciudades, son lugares donde nos podemos sentir más o menos cómodas, más o menos motivadas, más o menos aburridas. Pero más allá de eso, depende muchísimo de cómo nos estemos “llevando” a ese lugar. Un mismo lugar puede ser escenario de un recuerdo maravilloso o de un momento que pase completamente desapercibido. A mí me pasa mucho con algunos sitios de Buenos Aires. Es una ciudad demasiado alocada para mi gusto, sin embargo, si voy motivada, puedo disfrutar de algunos lugares y momentos allí interesantes.
- Recordarorio 3: estar 100% presente implica estar 100% ausente en otro sitio o con otras personas. Esto parece una obviedad, pero no lo es ¿por qué? porque en esta época más que nunca, por los dispositivos digitales, creemos que podemos estar presentes en muchos momentos al mismo tiempo. En distintas conversaciones y en distintos espacios con un par de clicks pero es una ilusión. La verdad es que nuestra atención y energía es limitada y solo puede concentrarse en una cosa a la vez. Por esa razón, cuando comparto tiempo con otras personas rara vez estoy activa en redes sociales. Lo mismo cuando estoy visitando un lugar nuevo o descansando. Mi momento en redes es un momento que destino especialmente, porque cuando estoy ahí también quiero estar al 100%.

Este último punto es muy importante y quiero detenerme un poco más en él hoy. Porque es algo que parece obvio pero hoy recibimos reclamos que antes eran impensables sobre esto. Si estamos en un encuentro presencial sin atender al celular, cuando volvemos a él podemos leer mensajes reclamando atención: clientes, familia. Lo mismo a la inversa, encontrarse personalmente y escaparnos al celular puede ser señal de poco interés o falta de respeto a quién nos está honrando con su presencia.
¿Cómo equilibrarlo? ¿Cómo saber qué tan plena es nuestra atención en cuanto a nuestra presencia?
Teniendo certeza de nuestras prioridades sociales, elegir con intención de quiénes queremos rodearnos física y virtualmente. Y, principalmente, darnos espacio para el encuentro con una misma antes que con nadie más, porque si no existe ese espacio, todo lo demás se construye sobre cimientos muy débiles.
Ya sabés que podés tomar una consulta o mentoría si creés que necesitás apoyo extra para descomprimir, para estar más presente, organizada y disfrutando de tus viajes, de tu negocio y tu día a día. Pero si la confusión es grande, podés reservar una consulta gratuita y lo conversamos juntas.