Esta temporada es muy especial, no solo porque me encuentra dando una mentoría de podcast para emprendedoras que no estaba en mis planes, sino que siento que año a año yo también aprendí a pulir, simplificar y lograr ese podcast con el que soñé cuando decidí lanzar La Casa Azul.
Mi premisa fue hacerlo, nada más, y tener sólo la certeza de qué quería comunicar, visualizarlo, sentirlo, olerlo, tocarlo. Sólo me enfoqué en lograr eso aunque no saliera perfecto a la primera por más que sepa lo que es crear un podcast desde hace mucho tiempo.
Soy una perfeccionista en rehabilitación pero si hay algo a lo que me atrevo sin ánimo de ser perfecta, aunque sí de mejorar día a día es a esto que amo, a comunicar en las redes, en el podcast, en el blog (¡y en la cocina! No sé lo que es seguir una receta).

Para mí la comunicación es una fuente de diversidad y potencia, un universo de posibilidades de crear nuevos mundos a cada momento. Si tan solo pudiera explicarles de otro modo lo que ella me inspira, si pudiera prestarles mi mente, pero como no se puede, comunico
Dicen que la comunicación es “imposible” porque cada quién interpreta lo que recibe desde su propio universo de significados y representaciones. Soy fiel creyente de esa idea porque ahí está su maravilloso valor, su capacidad de crear mucho más de lo que somos capaces de imaginar porque nunca la tenemos 100% bajo control.
Aceptar la libertad de la comunicación es animarnos a interpretar el mundo desde el corazón de quién nos habla, y entregar una parte propia al universo de quién escucha.