Un buen discurso puede impactarnos, pero no tocarnos el alma. Usar LA estrategia para captar la atención de las personas puede funcionar pero no va a hacer que se queden hasta el final, ni va a lograr que puedas mantener un vínculo fiel y constante.
Por eso, no te estreses si no encontraste “la fórmula secreta” para llegar a más personas, a ese jefe o jefa, a tus colegas. Tal vez ponés demasiado esfuerzo en tu objetivo primario (vender, que te escuchen, que te presten atención) y no en el motivo de fondo que te mueve (plantar una semilla, compartir lo que aprendiste, facilitar el intercambio en un equipo).
Es posible que por poner tanta atención a ese objetivo olvidamos para qué queremos atraer la atención hacia nuestro mensaje. No es que lo olvidamos de verdad, pero perdemos el foco. Recuperar la atención, nuestra atención, y llevarla hacia lo que nos enciende la llama hace todo mucho más fácil. Y cuando digo fácil, digo FÁCIL con mayúsculas. ¿Por qué? porque cambiamos la perspectiva de las dificultades que podemos encontrarnos en el camino y la ponemos en lo que nos motiva, nos apasiona, nos dan cosquillas en la panza. Y mientras escribo estas líneas recuerdo mi propio motor de por qué hago lo que hago y me emociona hasta las lágrimas.
Mi motor es motivarte, a través de las palabras, a que vos también te animes a hablar, a transmitir tu mensaje sin dejar de ser vos, porque yo estuve ahí y me han dicho mil veces “tenés que ser más agresiva”, “si sos tan sensible nadie te va a respetar” y así. Básicamente parecía que la única manera de comunicarme era dejando de ser yo pero construí mi propia manera de hacerlo y estoy acá para decirte que vos también lo podés hacer.
Llegarás a las personas correctas y permanecerás en su memoria celular mucho más fácil si recordás a diario cuál es tu motor 🧡