La recepción del mensaje pasó de ser considerada algo secundario en la comunicación a ser puesta casi en primer lugar, aunque no siempre se trata de un primer lugar amoroso.
¿Qué es? Sí, es quién recibe mi mensaje, ¿pero lo recibe quién esperás que lo haga o cualquiera que justo pasaba por ahí? Al igual que con el #emisor es fundamental distinguir si le hablo a una persona, una institución, a anunciantes, proveedores, a quién.
¿Para qué sirve? Revisar regularmente a quién le hablás es fundamental para no gastar energía y recursos. Es normal que tengas más de un canal de comunicación, más de un mensaje enviado a distintos receptores y para cada cual debería haber una manera específica de dirigirte.
Personalizar al #receptor es una gran ayuda. A veces se ríen cuando les propongo que les pongan cara, nombre, que perfilen sus gustos y rutinas, pero sabé que si aun no lo hiciste es un ejercicio muy revelador e inspirador. No es todo, pero es un gran ejercicio para ponerse en la piel de la otra parte.
Algunas recomendaciones extras:
– el emisor también es dinámico, aunque siempre le hablemos al “mismo” sepamos que pueden mutar sus intereses y focos. Entonces en la revisión sabremos si tiene sentido seguir poniendo el foco en él o ponerlo en otro.
– escuchar, preguntar, explorarlo. La personificación no sirve hacerla en el aire, a partir de nuestra imaginación, sino que debe estar conectada con el receptor real.