Si están pensando en crear #colaboraciones, hay tres preguntas básicas que nos ayudan a poner las cartas sobre la mesa
¿Qué quiero lograr con esa alianza?
Cuando pienso hacer algo con alguien más, seguramente me interesa lo hace esa persona, o su público o su conocimiento. Entonces, tener claro qué me aporta a mí es fundamental.
¿Qué tengo para dar a cambio?
Esta pregunta suele pasarse por alto, una alianza es un ida y vuelta, sin reciprocidad deja de ser una “buena práctica”. Entonces: valorar lo que tengo para dar, ponerlo en la balanza, a esa persona le aporta lo que yo tengo para dar? ¿En qué se potencia la otra parte con mi aporte?
¿Qué puedo hacer para cuidar el vínculo establecido?
Las colaboraciones pueden ser alianzas temporales o que se mantienen en el tiempo pero de todas maneras son personas con las que hicimos algo en conjunto. No quiere decir que tengo que tener una relación de por vida, pero sí es clave saber dar un un cierre, o entender cuál es la intensidad del vínculo creado para darle lo que necesita. Es como cuando una conversación por wsp se termina porque cada cual dejó de hablar o en cambio se despiden con un “hasta mañana” “que tengas lindo día” o algo similar, cambia mucho ¿no?
Algo muy lindo de las alianzas es que si nos abrimos a experimentar pueden ocurrir cosas mucho mejores de las que teníamos planeado en un comienzo. Pero para eso hay que abrirse, mantener un diálogo sincero y dejar claras las expectativas, escuchar, entender que mis necesidades y objetivos no son los únicos en una alianza.
Entonces, el mantra de una alianza poderosa es: “yo doy, yo recibo, yo agradezco”