Si te pregunto por qué o para qué te reunís en las fiestas de fin de año, seguramente me respondas para para compartir, para continuar rituales y tradiciones, para refundar algunas de ellas. Sin embargo, en la vorágine de fin de año, ese motor original quede opacado por un montón de nuevos porqués y paraqués que rodean las fiestas.
Nos reunimos para crear (experiencias, recuerdos, celebraciones) con otros seres. Así de sencillo, aunque es normal olvidar ese motivo simple pero profundo en medio de un modo de vida tan al límite. Lo olvidamos y nos concentramos en otras cosas que no son la razón de encontrarnos pero las confundimos con facilidad: las fotos, la decoración, la comida, lo que nos ponemos.
Es cierto que cada uno de esos elementos vienen a cuento porque las fechas son especiales, hacen a la reunión aunque no son su razón de existir. Están al servicio de estar en comunidad. Puede faltar el menú especial pero no el deseo de compartir con alguien más, ¿me hago entender? Recuperar esa razón original, nos va a reconciliar con las fiestas, con el fin de año y ya no vamos a responder igual frente a tantos estímulos y “estilos de vida” a seguir en redes que moldean nuestra percepción de cómo deberían ser nuestras celebraciones.
Vos, ¿para qué te reunís en las fiestas? ¿Le diste espacio a esa pequeña pregunta?