Pero antes, contexto, las que me conocen saben que siempre siempre trato de contextualizarles la información que les comparto para que no sea una burbuja más de información flotando en Internet, o por lo menos eso intento. El contexto de Vivir Lento como movimiento viene de la década del ‘80 cuando un sociólogo italiano, Carlo Petrini, le pareció que era importante hacer un llamado de atención sobre el auge de locales de comidas rápidas que hubo en ese momento (y nos acompaña hasta nuestros días). Pero más allá de ese hito más bien moderno, desde que nuestra cultura occidental comenzó a tener un vínculo de amor tóxico con el progreso y el desarrollo tecnológico, es que el ser humano viene pasándola mal con esto de vivir acelerado.
- Así que con eso arrancamos por derribar el primer mito: vivir lento no implica pasar menos tiempo en redes sociales, porque el síndrome de la vida acelerada nació mucho antes que ella. Las redes sociales potencian la noción de que vivimos a mil porque funcionan 24/7, no van a dormir como lo hacemos los mamíferos, pero cargar todas las tintas allí es querer buscar un perejil para la horca, es simplificar muchísimo este problema y no querer ir a la raíz del asunto que son las bases de nuestra cultura.
- Y con eso nos vamos al segundo mito de vivir lento: vivir en una cueva en el bosque, en una cabaña en la playa, en una isla desierta. Eso tampoco tiene que vivir con vivir lento. Cortar lazos de cuajo con todo lo que conocemos no suena muy practicable para gran parte de las personas y no trae por sí misma una vida más lenta. Sí es cierto que vivir en entornos naturales colaboran con la reducción del estrés, pero de nuevo no está todo ahí. Por qué? porque somos cultura y traemos improntas energéticas de nuestras crianzas, de nuestros ámbitos laborales, sociales y territoriales.
- Con eso podemos pasar al tercer mito que es: para vivir lento debo cambiar de ambiente, hacer más yoga y meditación. Ok, yo sé que suena como una gran verdad pero cuidado con tomar esto solo y olvidarnos de que por sí mismo no funciona. Puedo practicar yoga todos los días pero si mi trabajo es estresante o no me tomo nunca vacaciones, no voy a vivir más lento. Puedo hacer un curso de meditación, pero la meditación por sí misma no hace milagros, hay que acompañarla con otros hábitos. Cambiar de entornos ayuda, pero solo es una punta del ovillo.
- Y por último, el mito más grande que existe sobre vivir lento es que se trata de una vida sin estrés, sin llegar tarde a ningún lado, sin nunca más correr, de puro relax y sin preocupaciones. A mí este mito es el que me trajo a esta forma de vida, así que si estás leyendo esto quiero decirte que no estás en el lugar equivocado. Solo que una vez que comencé a explorar en serio qué podía hacer para vivir lento entendí que se trataba de aprender a regular la energía interior con la exterior.
Entonces, ¿Qué sí es vivir lento?
- Vivir lento es ir a tu ritmo y no al ritmo que el mundo quiera imponerte, aunque lleve tiempo aprenderlo y reconocerlo, aunque algunas veces te desvíes de tu ritmo y te subas a un tren que no es el tuyo pero ya sepas como volver a tus rieles.
- Vivir lento es comprender en profundidad nuestra energía, cuidarla y cultivarla para que puedas potenciarla y transformarla conscientemente.
- Vivir lento es dejar de vivir en piloto automático y tener el foco en el presente disfrutando de tu entorno y tu vida aquí y ahora.
- Vivir lento es tener conexiones reales, con vos misma, con otras personas, con tu entorno y con la naturaleza.