La pregunta del millón para tener una verdadera #slowlife es cómo crear (y sostener) una rutina que nos permita vivir así. Hoy te comparto lo que no puede faltar en mi propia rutina para traerme a la calma sin importar qué tan exigente sea mi jornada.
Durante años busqué mil estrategias para bajar la ansiedad, el estrés y la presión del día a día. Soy una fanática de la planificación y pensaba que teniendo todo agendado me iba a ayudar pero solo me robotizó más la existencia. Pensaba que dándome más tiempo de meditación y tiempo al aire libre viviría más tranquila, pero había días que no tenía tanto tiempo disponible para eso. Y de todas maneras, aunque lo tuviera me daba cuenta que esa calma era momentánea. Muchas veces rápidamente salía de estado de paz en el que te sumerge una buena práctica de yoga y me frustraba mucho. Así que comencé a explorar con paciencia y observación qué me funcionaba y qué no, para empezar mi gran aliada fue la flexibilidad. Ella fue clave para permitirme explorar y reconocer lo que me servía y lo que no.
Existe la creencia que diseñando un gran plan, ejecutarlo será fácil, pero en la puesta en práctica surgen cosas que no habíamos contemplado cuando hicimos ese plan y está bien que así sea. Esas cosas no contempladas son fundamentales para que ese plan se adapte 100% a nosotras y no al revés, recién ahí es cuando nos va a funcionar.
Como sé que ese proceso lleva tiempo y hacerlo sola no es fácil, hoy te quiero compartir los 4 elementos claves que no faltan en mi rutina de calma, además de la sagrada flexibilidad:
- Tener consciencia del tiempo que paso frente a las pantallas. Busco que mi día tenga diversidad de formas de interacción. ¿Por qué es importante este punto? porque en gran parte de los trabajos actuales y mucho más después de la Pandemia de Covid 19, gran parte de lo que hacemos pasa a través de una pantalla y lo naturalizamos de tal forma que no nos damos cuenta cuánto tiempo podemos pasar delante de una. Tomar consciencia de eso nos ayuda a encontrar otras formas de establecer contacto con el mundo que nos rodea. Buscar conversar con alguien cara a cara, observar lo que pasa en la calle o en mi entorno familiar o laboral con más atención, entre otros, son los beneficios de “despantallizarnos”. Incluso aburrirnos es un gran beneficio de eso. Dejar de “matar el tiempo” scrolleando la pantalla nos puede llevar a identificar cuánto foco y tiempo que ponemos allí podríamos estar poniéndolo en otra cosa, incluso en el sano y poco querido aburrimiento.
- Tener consciencia de la información que recibo a diario y también a través de qué canales. No se trata de cuidar solo la información que recibo sino mis emociones. La circulación de información es una constante en nuestra vida y ocurre a través de canales más complejos y continuos y exponernos a ellas nos activan determinadas emociones que a veces no son las más adecuadas para encontrar la calma. Si pongo de fondo en mi casa un noticiero que siempre tiene un zócalo en rojo que dice en grande “ÚLTIMO MOMENTO”, posiblemente me incite a un estado de alerta. En otras épocas las personas tomaban la decisión consciente de informarse leyendo el diario o escuchando un programa de radio o tv a determinada hora del día, pero en las últimas décadas, incluso antes del boom de las redes sociales, la información circula 24/7. No informarse es un desafío y aprender a seleccionar cómo y a través de qué medios lo hacemos, mucho más. Desde mi experiencia como periodista aprendí que aunque vemos “muchas” noticias circulando, el grueso se concentra en pocos temas, sin embargo hay muchos otros que seguro te interesen y te nutran mucho más que no los vas a encontrar fácilmente en los medios habituales.
- Tener a mano mis hacks de emergencia para cuando estoy con mucha exigencia: respiración, bruma de rosas o herbal, música ambiente de bosque o mar, mantras, estirar el cuerpo, salir al aire libre, aunque sea asomarme por una ventana si no es posible más y… ¡un momento de juego por pequeño que sea! Estos son mis recursos. No los aplico todos todo el tiempo, pero son mis básicos en los que me apoyo cuando tengo días de mucha intensidad. Porque vivir en calma no se trata de vivir en estado de constante relajación, durmiendo siestas y en la naturaleza. Se trata de conocer cómo es nuestra energía, qué nos estimula para bien y qué para mal para saber qué hacer para nuestro bienestar en cada momento.
- Darme un momento del día para escribir mis agradecimientos, aprendizajes o reflexiones que necesite descargar. Este es uno de los recursos más fáciles de todos y gratis, pero es el que, por experiencia con mis alumnas y clientas, el que más les cuesta. Muchas me dicen “me grabo porque no me gusta escribir”. Grabarse o charlar con alguien es una buena alternativa, pero la escritura a mano tiene un poder de conexión con nuestro interior muy profundo. Es una conversación con nosotras mismas donde eso que pensamos lo podemos sacar simbólicamente (diría que literalmente también) de nuestra cabeza, ya sea bueno o malo para hacer E S P A C I O.
Si necesitas aprender a crear tu propia rutina de calma enviame un correo con la palabra CALMA a hola@luzlujan.ar o agendá una cita gratuita conmigo acá para saber si puedo ayudarte en eso que buscás.
Un gran abrazo, Luz Luján .-
pd: en el Episodio 49 de #lacasaazulpodcast te cuento un poco más sobre mi rutina de calma. Te la dejo acá abajo
1 comentario en “Mi rutina de CALMA”
Pingback: Los beneficios de las rutinas y rituales para una vida lenta – Luz Luján
Los comentarios están cerrados.