Antes no tenía tiempo para vivir “más lento”, hasta que entendí que el tiempo, como todo el mundo que creamos a nuestro alrededor, es una ilusión.
Si te enoja esa frase, “el tiempo es una ilusión”, bueno, está bien. Si en cambio te intriga o te despierta una lectura más reflexiva, tengo algo más para contarte: hace unos días, las invité en La Casa Azul a pensar en la atención que le damos al cuerpo para estar más presentes. También les sugerí en otro episodio que revisen en qué se les “iba el tiempo”. Son preguntas simples, pero que implican mucho compromiso para modificar lo que fuimos aprendiendo año tras año desde que estamos en este mundo en nuestra cultura.
No siempre la humanidad vivió pensando que el tiempo “no alcanza”. Entonces, ¿por qué ahora sí? ¿Qué hay en todo tu día que puedas dejar de hacer? ¿Qué otra cosa que es más importante para vos venís postergando hace meses, tal vez años?
Cuando tenía veintipocos y entré al periodismo, no tenía tiempo ni para dormir. De esa Luján a esta, hubo una vida recorrida y todavía, espero, me queda bastante más por recorrer. Cuando algo no nos cuaja, darnos la oportunidad de hacernos las preguntas necesarias, es darnos la oportunidad de vivir más plenas. No significa que voy a cambiar toda mi vida ya, pero por algún lado se empieza. Ese, el de las preguntas, es un comienzo simple pero potente.