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Si me detengo en la tradición, lo único que se espera de un espacio apto para la práctica es que sea tranquilo, limpio, sin distracciones y con suficiente luz y ventilación. Es todo. Pero acá tenemos ciertos añadidos que se fueron instalando con el tiempo como velas, lámparas de sal, budas, sahumerios o difusores con esencias, música suave y luz cálida. La pregunta es porqué y para qué.
Oler, respirar, habitar: la presencia empieza en los sentidos
Vivimos rodeadas de estímulos que nos sacan del cuerpo: pantallas, notificaciones, exigencias. Pasamos horas “en la cabeza” y casi no registramos lo que sentimos en el aquí y ahora. El yoga, sumado a la aromaterapia, puede convertirse en un ancla poderosa para volver a lo sensorial y a la presencia. Lejos de ser un ritual “instagrameable”, combinar aroma y asana es una invitación a habitarte de verdad.
Cualquier elemento que te conecte positivamente con el cuerpo va a traerte al presente de forma amorosa. Ya compartí en este mismo blog varias veces, que uno de mis aliados de oficina y del día a día es el agua de rosas. El spray tiene para mí dos efectos: el agua refrescante sobre la piel me “despabila” y luego el aroma de rosas que me inspira y me saca del embotamiento. Otro recurso que llevo a todas partes es un roll on de esencias cítricas.
El poder del olfato para volver al presente
El olfato es el sentido más primitivo y directo: un aroma puede transportarnos a una emoción, a un recuerdo, a una sensación de calma en cuestión de segundos. Mientras la mente corre con pensamientos, el cuerpo responde al olor sin que tengamos que hacer nada complejo.
En aromaterapia, ciertos aceites esenciales como la lavanda, el eucalipto o los cítricos se utilizan justamente para generar estados de relajación, claridad o energía. Al combinarlos con la práctica de yoga, no solo movemos el cuerpo: también regulamos la mente y las emociones.

Yoga + aroma: un ritual simple y real
No hace falta tener un difusor sofisticado ni una colección enorme de aceites. Es más, hace poco compré un difusor de esencias hermoso, pero es tan grande que me resulta incómodo de trasladar a la sala de yoga cada día. Así que, asegurándome de mantener el espacio ventilado, utilizo unos sahumerios pequeños para ambientar las clases.
Podés comenzar de manera simple:
- Elegí un aceite esencial o un sahumerio que te guste y acompañe tu estado de ánimo.
- Antes de iniciar la práctica, dedicá un instante a inhalar profundo el aroma, como si fuera la llave para entrar al espacio interno.
- Mientras hacés las posturas, dejá que ese olor te recuerde que estás aquí, en este instante.
La clave no es la estética ni la foto perfecta: es el gesto íntimo de decirle a tu cuerpo “estoy presente, estoy acá”.
Un ancla para el día a día
Podés usar este recurso también fuera del mat, como hago con el agua de rosas o el roll on de esencias cítricas. Un aroma elegido con intención puede ser ese recordatorio rápido para volver al presente cuando la rutina se acelera. Un mini frasco de aceite esencial en la cartera, un sahumerio al final de la jornada, o incluso una infusión con hierbas aromáticas cumplen la misma función: anclarte en lo sensorial para volver a vos.
Habitarte con suavidad
El yoga y la aromaterapia, combinados, no buscan desconectarte del mundo, sino todo lo contrario: devolverte a vos misma para que lo habites con más calma. Es un recordatorio de que la presencia no se piensa, se siente.
Algo que quisiera que tengas muy presente es que, si bien todas tenemos la tentación de desconectarnos de este mundo que a veces nos resulta demasiado en varios niveles, lo interesante de estas prácticas de conexión personal es la potencia que tienen para que esa conexión con el “afuera” sea más consciente y amorosa.
✨ Esta semana, te invito a elegir un aroma que te acompañe en tu práctica de yoga. Regalate ese instante de volver a lo sensorial y después contame cómo lo viviste.
El yoga más pulido no se mide en asanas, se mide en cómo lo encarnás en tu vida.
Nos vemos en el mat!