Desde que comencé a hablar de comunicación consciente, muchas de las conversaciones que surgieron giraron en torno a cómo implementar estas ideas en la práctica. El episodio de esta semana y este post, surgen como una respuesta y como una invitación a reflexionar antes de actuar.
En mis años de ensayo y error como emprendedora, entendí que la productividad no es solo una cuestión de hacer más, sino de hacerlo con sentido. Hoy quiero compartir contigo estas reflexiones, con la intención de que encuentres tus propias respuestas y herramientas para desafiar los mitos que nos rodean.
Para nosotras, la productividad suele ser una suma de exigencias: trabajo, hogar, familia, amistades, comunidad… ¡y no olvides los autocuidados! Es un modelo agotador que históricamente ha puesto en jaque nuestra paz mental y emocional.
Aunque avanzamos en temas de equidad, los estándares de productividad todavía están cargados de sacrificios imposibles. Como mujeres, muchas veces condicionamos nuestro bienestar al de quienes nos rodean, un camino que rara vez nos permite descansar verdaderamente. Te invito, entonces, a repensar este modelo. ¿Qué significa ser productiva para vos? ¿Cuánto de eso responde a lo que realmente querés?
Ya te lo compartí infinidad de veces, que cuando comencé a ser parte del mundo laboral por el que había soñado mucho tiempo, hubo días en los que cumplir con todo a costa de mi descanso o mis vínculos, no me dejó satisfecha. Entendí que ser productiva no tiene que ser sinónimo de agotamiento, ni de alcanzar todas las metas. Después de cubrir mis necesidades básicas, el gran desafío fue redefinir mis prioridades:
La vida lenta no llega de un día para otro. Requiere cuestionar conceptos que nos han acompañado toda la vida, como el éxito profesional. En mi caso, hasta que no redefiní mi idea de éxito, no pude avanzar hacia un presente más consciente.
Por mucho tiempo, asocié el sacrificio con padecimiento. Hoy, lo veo diferente: hay sacrificios que valen el esfuerzo, como renunciar a ciertas gratificaciones inmediatas para priorizar el bienestar a largo plazo. Por otro lado, vivimos en una sociedad que celebra el estrés y la multitarea como medallas de honor. Pero, ¿qué pasa si empezamos a decir que no, a ser más imperfectas y a cuidar nuestros límites? Desde mi experiencia, establecer tus no negociables (como horarios de sueño o momentos sin pantallas) puede ser la clave para una productividad más sostenible.
Si querés cambiar tu relación con la productividad, te propongo reflexionar con estas preguntas:
No hay una única forma de combinar una vida lenta con un emprendimiento exitoso, pero cuestionar estas ideas es un paso fundamental. Si seguimos creyendo que emprender debe ser sinónimo de estrés constante, difícilmente lograremos cambios duraderos.
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LUZ LUJÁN – 2024 – 
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