Date una pausa de reflexión e inspiración en La Casa Azul Podcast

Te comparto los primeros tres pasos que di para lograr trabajar sin correr y disfrutar mi día a día y mi camino profesional
Hace un buen tiempo que emprendí este camino y no fue de un día para el otro, tampoco fue siempre parejo. Es un proceso de desaprender cómo nos relacionamos con el trabajo que tiene raíces muy profundas en nuestra cultura, en lo que aprendimos que significa trabajar.

En todo este proceso lo que nunca solté fue mi convicción de que no quería “vivir para trabajar”. Me hice muchas preguntas, no entendía cómo si estaba haciendo lo que me apasionaba no lo podía disfrutar y vivía el día a día como una carrera. La pregunta clave que me hice, la más importante, fue cómo imaginaba mi futuro. 

Me pregunté si ese presente que estaba viviendo me iba a llevar a ese futuro que deseaba para mí. Fue desalentador darme cuenta de que no, porque ese presente lo había soñado mucho tiempo, me esforcé por lograrlo y ahora sabía que tenía que tomar la decisión de cambiar de rumbo. Eso se sintió no solo como una decepción personal sino que también sentía que les fallaba a los demás. 

Es un momento que puede ser muy desestabilizante y es posible optar por seguir “como estamos” porque no estamos listas para cambiar todo. Yo tenía 25 años y me dolía dejar todo atrás tan pronto y sin saber qué hacer a cambio, pero más me dolía vivir una vida sin vivirla.

Hacerte preguntas es parte de hacerte cargo de tu libertad. Responderlas con sinceridad es un compromiso con una misma, no se trata de una cuestión moral, es casi una cuestión de cuidado y amor propio. Nada como la verdad nos traerá el mejor camino para nuestra vida. Así que eso fue lo primero que hice, hacerme preguntas y principalmente responderlas con el corazón aunque no se lo que en ese momento quería escuchar.

Luego comencé a buscar opciones para vivir más tranquila, qué alternativas había dentro de las posibilidades que tenía en ese momento para “bajar un cambio”. Antes de renunciar a mis trabajos o dejar compromisos con los que ya no me sentía cómoda, empecé a hacerme espacios para mí, para inspirarme, nutrir nuevamente mi creatividad, conectarme con la naturaleza, hacer alguna cosa por simple que sea que me despierte el entusiasmo otra vez. 

Así que ese fue mi segundo paso. Tomar una decisión y una acción concreta que me acerque a liberarme del estrés. Puede ser liberarte de un compromiso, reservarte 10 minutos por la noche para leer tu blog favorito o escuchar ese podcast que tanto te gusta. Tal vez dar un paseo corto escuchando tu disco favorito. Yo recuerdo que volví a cocinar mermeladas y recetas de mi abuela, comencé a andar en bicicleta en un paseo muy bonito de la ciudad donde vivía algunos días por semana y a explorar Pinterest al final del día buscando inspiración de ilustraciones.

Esos momentos te ayudan a balancear tus energías y encontrar tu propia manera de crear tu día. Aprender a vivir más lento.

Ya para ese entonces sentía que mi alma había vuelto poco a poco a mi cuerpo, que había todavía en mí motivación, entusiasmo, ganas de disfrutar la vida. Porque todo este asunto puede parecer muy banal pero se vuelve serio cuando de verdad perdemos el sentido de nuestra existencia trabajando en piloto automático. Comprendí entonces que era hora de dar otro paso más, un paso que ahora no parece tan grande pero en ese entonces se veía desafiante. Consistía en reservarme tres momentos diarios para parar y respirar. Tres momentos para hacer nada.

Así que ese fue mi tercer escalón y te lo recomiendo encarecidamente. Nada se sostiene en el tiempo si no somos capaces de integrarlo a nuestra vida. Hazte el momento, 15 minutos por día no son nada y hacen una gran diferencia en tu ritmo cardíaco, en el estado de alerta de tu mente, en la tensión de tu cuerpo. Tómate 5 minutos a la mañana, 5 a la tarde y 5 a la noche por una semana, regístralo y me cuentas qué tan distinta fue esa semana a otras. 

Con esos tres pasos comenzó mi viaje, el que me trajo a vivir cerquita del mar y a emprender por mi cuenta, eligiendo mis horarios y mis desafíos profesionales. Tengo mucho por delante todavía, pero me agradezco cada día haberme atrevido a dar el primer paso. Y aquí estoy para acompañarte y alentarte a vos también si es lo que estás deseando para tu vida.

Las últimas novedades sobre comunicación, emprendimiento y sostenibilidad están en El Correo Azul

COMPARTIR

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR